Con indisimulado orgullo, un particular que lleva años invirtiendo en bolsa muestra a uno de nuestros colaboradores de Oryon Universal la app de su entidad bancaria y la magnífica cifra de 279K euros de valor de “cash” en participaciones en bolsa. Una cifra muy superior a la que tiene su cuenta corriente.
Es uno de los ahorradores individuales que se subieron con éxito a la fiebre de las capitalizaciones del parqué bursátil que causaron furor a finales de los años noventa, permitiendo a millones de ciudadanos convertirse en “mini accionistas” en un momento en el que el capital riesgo, prácticamente ni asomaba por la ventana de nuestra realidad económica.
Para los ahorradores particulares (personas, sociedades o gestoras) que buscan rentabilizar su capital hay una alternativa clara: los actores financieros. Hay muchísimos actores financieros, y muchos de ellos son particulares con cantidades de 15, 20 o 30K euros que no saben dónde invertir. Éstos acuden a foros de inversión (como el 4yearfromtomorrow), y a otros encuentros similares de presentación de proyectos de innovación, interesados en escuchar a emprendedores con talento y a empresas consolidadas que buscan diversificarse invirtiendo en nuevos negocios.
10K euros de inversión mínima
Con menos prensa que las inversiones en bolsa, desde hace poco se conoce que los titulares de cuentas bancarias pueden derivar parte del dinero de sus cuentas corrientes a fondos especializados en capital riesgo. El límite regulatorio impuesto, que era antes de un mínimo de 100K euros de partida, se ha reducido diez veces y actualmente está fijado en 10K euros de inversión mínima. Tanto es así que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CMNV) ha alertado sobre la posibilidad de que numerosos ahorradores del mercado del venture capital estén tentados en invertir en el sector.
“La regulación bancaria lo que hace es intentar proteger a aquel que no sabe lo que hace, a aquel que no es experto en lo que está haciendo. Si la persona que invierte sabe a qué está jugando no hay ningún problema, porque de hecho hay inversiones incluso más pequeñas que estas participaciones bancarias en fondos de capital riesgo, como en el caso del crowdfunding y no tiene porqué haber problemas”, razona el director de Oryon Ventures & Partner en Oryon Universal, Joan Albà. “Yo diría que más que la cantidad es el conocimiento que tiene el inversor”.
En este sentido, la fórmula aconsejable para diluir ese riesgo es invertir el dinero (el capital entero) repartiéndolo entre muchas startups a la vez para que, por la ley de los grandes números, alguna apuesta inversora tenga éxito. “Si lo inviertes todo en una es más fácil que lo pierdas”. Si todo eso lo tienes claro, al invertir 10K euros en un fondo de capital riesgo de los que te ofrecen los bancos, por la filosofía del fondo que se diluye en muchas participaciones (ya estás minimizando mucho el riesgo) y eso es una buena alternativa si tienes un capital pequeño”, argumenta este mismo interlocutor, formado en Económicas por ESADE y que participó en la fundación de la aceleradora corporativa de la multinacional Fluidra.
Es cierto que esta regulación que mencionamos se acaba de aprobar hace apenas unos meses, pero los bancos por antonomasia no ofrecen esa posibilidad a la totalidad de sus clientes y, de hecho, la media general en las cantidades mínimas de inversión requeridas hasta ahora eran del orden de los 50K euros.
Para el economista y ex directivo financiero de CaixaBank Tomás Casanovas, “si soy una persona física o jurídica que tengo, precisamente esos 50K euros para invertir, es muy arriesgado dar esa cantidad al ‘todo o nada’ que supone una inversión directa, sin recurrir a fondos especializados”.
Como recuerdan todos esos expertos, la banca en general, además ha sufrido antaño problemas muy claros con las ‘prime’ o con productos financieros por el estilo que les han hecho bastante daño, con lo cual se comprende que sean prudentes.
Desgravaciones y rentabilizar el capital
Otro especialista en temas de inversión consultado por Oryon Universal, recuerda que detrás de las inversiones de particulares en capital riesgo hay muchas razones: hay personas que tienen disposición y capital para invertir en nuevos proyectos innovadores, otras que tienen afán de ayudar a empresarios, porque sencillamente les beneficia desgravar sus aportaciones dinerarias o bien porque buscan rentabilidad o diversificación en nuevas oportunidades de negocio”.
Además, para los pequeños ahorradores, existen alternativas de inversión en capital riesgo diferentes en planteamiento y ambición de igual o incluso menor riesgo que las fiables letras del Tesoro. Una de ellas es la inversión inmobiliaria a través de plataformas de crowdfunding desde cantidades de partida de solo 500 euros y con rentabilidades de hasta el 18%, para muchos de los hasta 36.000 inversores que ha confiado en la plataforma Urbanitae para cofinanciar proyectos de ladrillo, según relataba El Economista.
El micromecenazgo sería un tercer vector de ese ‘capitalismo popular’. Un mecanismo que empezó en el parqué bursátil, con particulares convertidos en mini accionistas de empresas y bancos que se extendió después con los fondos de pensiones (y otros productos financieros), que siguió con las micro aportaciones de crowfounding, y que ahora parece cerrar el círculo con los ahorradores invirtiendo en fondos de capital riesgo que les ofrecen sus propias entidades bancarias.